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28 oct 2011

Como nadie me besó

Por el muelle tendido sobre el majestuoso estuario,
bajo el sol que la tarde de Colonia entibiaba,
caminamos como niños tomados de la mano,
evadiéndonos del mundo que nos agobiaba.

Me mostraste con orgullo tus calles empedradas,
las casitas añejas y ese histórico casco
que entre los pétalos de rosas y hojas doradas
brotaban como acuarelas de Jorge Carcavallo.

Hablabas de arquitectura y estilos europeos,
preferías el portugués sobre el corte español,
y luego, por sorpresa, declaraste sin rodeos
el anhelo ferviente de entregarme tu amor.

Recogiste de Benedetti una ayuda valiosa
y, durmiéndose los últimos rayos de sol,
entre poesía robada y tu oportuna prosa
con tu cuerpo me envolviste a la luz de un farol.

Ingenua, inocente, me clavé en tu pecho;
en hondo silencio perdí la razón;
testigo fue el Plata en todo su lecho
del fuego naciente de nuestra pasión.

Sin vacilaciones en ese sublime momento
indiscreto, Cupido su flecha atravesó
y en aquella esquina de Colonia del Sacramento
me besaron tus labios como nadie me besó.

Por: Zulema Aimar Caballero
zulebm@hotmail.com

10 oct 2011

Pésima alumna

Quisiste enseñarme…
que el abrigo de un abrazo se compra con dinero
y la compañía de quien se ama se paga con el bolsillo.
Que el engaño y la mentira son siempre el mejor camino;
que la lealtad y la verdad son valores en desuso.
Que los sentimientos son desechables
como lo son las personas que los cobijan.
Que es preferible no tomar compromisos,
pues las relaciones humanas son efímeras.


Que esconderse en rincones oscuros
es más beneficioso que mostrarse en la luz;
que para sentirse a gusto hay que ser egoísta
y los generosos son vistos como imbéciles.
Que todo lo que se pretende puede obtenerse
aprovechándose de quienes aman incondicionalmente.
Que amar es un sentimiento estúpido
y el amor, una simple demostración de sexo.


Que no vale la pena demostrar cariño,
y mucho menos decir a quien amas lo que sientes por él.
Que es mejor ser cobarde que jugarse por otro,
aunque así solamente se cause dolor.
Que ser feliz es un estado que dura sólo un momento
y, si perdura, más vale negarlo.
Que es más fácil correr tras el dinero y la comodidad económica
que luchar por un sueño inmaterial que puede cambiar tu destino.
Que hay que cuidarse de lo que digan “las malas lenguas”
y que una actitud hipócrita puede más que la franqueza.


Asistí a todas tus clases…
pero tal vez no fui lo suficientemente maleable
para aprender tus lecciones.
Me enseñaste mucho pero, por suerte, no aprendí nada.
Continúo siendo fiel a mis sentimientos;
la verdad sigue venciendo a la mentira.
Defraudar y decepcionar no figuran en mi plan de vida.
Creo en las relaciones duraderas
y que aquello que se hace a escondidas
es más censurable que lo que puede salir a la luz.
Que vale más ser generoso, que un egoísta sin remedio.
Que es una conducta reprochable aprovecharse de los demás.

Que los sentimientos genuinos
son los que deben gobernar la vida de las personas.
Que el sexo siempre debe ser una demostración de amor,
y que no hay que arrepentirse por ofrecer y confesar cariño.
Que soy realmente valiente
cuando me juego por otro contra viento y marea.
Que existe diferencia entre estar y ser feliz.
Que puedo ser feliz toda mi vida,
con sólo recordar un momento de felicidad.
Que soy inteligente y sabia cuando puedo relegar mi bienestar material
y dar prioridad a los sueños que realmente llenan mi corazón.
Que lo que digan los chismosos me tiene sin cuidado;
sus difamaciones son el fruto de la envidia y de su complejo de inferioridad.
Que enarbolo la bandera de la franqueza
y en mí no hay lugar para la hipocresía.


Agradezco infinitamente tu esfuerzo
y lamento si sentís frustración.
Ante esta situación, dos cosas pudieron ocurrir:
o fuiste un fracaso como maestro, o yo he sido tu peor alumna,
gracias a mi poder de discernimiento y a mi escala de valores.
Si de consuelo te sirve,
los maestros también pueden aprender de sus alumnos.
Intentalo, y algún día te darás cuenta
de que podés reemplazar esa máscara de felicidad
por un rostro que refleje un corazón realmente feliz.

Por: Zulema Aimar Caballero
zulebm@hotmail.com