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22 oct 2015

¿Le gusta opinar?


Si, además, le interesa escribir un artículo de opinión, tal vez le sirvan algunos consejos:

1.     Informarse bien. Ver, escuchar y leer sobre el tema que desea opinar permite documentarse para que el artículo no termine siendo un texto sin fundamento o una recopilación de lugares comunes. Por respeto a uno mismo y a los lectores, no habría que comenzar a escribir sin los datos suficientes que aporten herramientas para una buena argumentación. Escribir por escribir, o escribir “de oídas” no es conveniente.

2.     Considerar el mensaje y tener en cuenta al receptor. No solo es importante saber acerca de qué y cómo se quiere opinar; también debe considerarse a qué público estará dirigido el mensaje. Al opinar se establece una comunicación… ¿con quién? ¿Cuál es el círculo de lectores al que llegará esa comunicación?

3.     Contemplar el fin de la opinión. ¿Se busca crear conciencia sobre algún tema? ¿Se espera una retroalimentación? ¿O solamente ocupar un espacio o contar con cinco minutos de fama?

4.     Tener criterio propio. Algunos columnistas prefieren opinar como opina la mayoría de la gente. Van a lo seguro y, muchas veces, incluso traicionando su propio punto de vista. Así, la gran masa de lectores quedará satisfecha y volverá a buscar el próximo artículo del mismo autor. Sin embargo, una opinión bien fundada y que vaya contra la corriente suele ser muy bien recibida y aplaudida.

5.     Conservar el estilo propio. En este mundo pirata, es más cómodo copiar el estilo de opinión de otros; sin embargo, esto no es lo mejor: los lectores no conocerán a quien leen, o creerán que están leyendo “a otros”. Para crear un estilo propio, es importante definir: ¿me gusta un espíritu desenfadado, uno irónico, uno serio, arrogante, razonado, optimista, pesimista, despreocupado?

6.     No casarse con la provocación. Decidir que el estilo de opinión sea provocativo es la peor opción. Hay quienes son maestros en la estrategia de provocar, porque así consiguen más lectores; incluso logran que todos los medios hablen de ellos. Pero, a menudo, también generan un caldo de cultivo propicio para todo tipo de agresión. Y el buen lector, el lector con principios, el lector con sentido común, se cansa pronto de la violencia mediática. Es más, como el estilo provocativo es ficticio, tarde o temprano la opinión pública termina desenmascarando al autor de la provocación.

7.     Dar buen uso a los recursos literarios. Debe quedar claro que no es lo mismo una forma literaria simple que una pobre; y para escribir con erudición no es necesario ser rebuscado. En el texto de opinión, demasiadas metáforas o analogías, o el abuso de citas de otros autores termina aburriendo al lector. Ser preciso y conciso son dos grandes virtudes para poner en práctica en este tipo de artículos. Por eso, hay que saber encontrar el equilibrio entre los recursos que se emplearán. Darle al lector “una copa de buen vino” para que disfrute y pueda sacar sus conclusiones, y no de uno que solamente le ocasione mareos.

8.     Añadir una chispa de humor. Una sonrisa es saludable, tanto para quien escribe como para quien lee. Pero una chispa no es sinónimo de llamarada. Un toque de buen humor es, sin duda, un excelente recurso; pero abusar de él inundando el texto con frases chistosas puede producir un efecto devastador y contrario al que se espera. Al igual que con los otros recursos literarios, un buen manejo y contrapeso es fundamental.

9.     Leer y leerse. No escribe bien quien no lee. La lectura debe ser un ejercicio constante, y eso se nota, igual que se ven los progresos de quien practica un deporte. Leer una, dos o las veces que sea necesario lo que uno ha escrito, antes de publicarlo, permite no solo encontrar errores sino también alejarse un poco del texto para analizarlo mejor. También es buena opción contar con una persona a quien confiar su lectura antes de enviarla a un medio.

10. Responsabilizarse y servir. No olvidar que un artículo de opinión debe llevar la firma de su autor, que no solamente indica sus derechos sobre el mismo sino el compromiso con aquello que pone de manifiesto. Una opinión anónima no es más que un grafiti; no es más que tirar una piedra y esconder la mano. Por otro lado, reflexionar acerca de la opinión que quiere publicarse. ¿Será valiosa para alguien? ¿Generará valor para alguien o únicamente será útil a su autor? Como bien dijo Gilbert Chesterton: «El fin de tener una mente abierta, como el de una boca abierta, es llenarla con algo valioso».
Por Zulema Aimar Caballero
zulebm@hotmail.com