Bienvenidos

Todos los textos publicados en este blog son propiedad de Zulema Aimar Caballero. Prohibida su distribución y/o publicación sin la autorización correspondiente.

23 may 2013

Mi pato de peluche

Tengo un pato que está loco
y duerme siempre conmigo,
se acurruca en mi pecho…
¿por qué no duerme contigo?

Tengo un pato que es mimoso
y yo le doy mi cariño,
me escucha cuando le hablo,
me sigue cuando camino.

Si está contento canta
con los mejores sonidos,
canta con mucha alegría
moviéndose con brío.

Incesantemente me busca
si a la noche hace frío,
lo rodeo con mis brazos
y lo templo con cariño.

Tengo un pato que me quiere
-yo le escuché decirlo-
lo veo en sus ojos dulces
y húmedos como el río.

Con su mirada me cuida
y también me da abrigo,
con sus alas me acaricia
y me murmura al oído.

Me lleva a pasear de noche,
sujeta mi mano y salimos
volando entre las nubes,
sobre montañas y ríos.

Y muy cerca de la luna,
allí donde no hay ruido,
me arrulla hasta que duermo
como un bebé recién nacido.

Yo sé de su cansancio
y él sabe del mío,
por eso quiere que duerma
varias horas de corrido.

Tengo un pato que da consejos,
más que un pato es un amigo…
nunca, nunca se equivoca
y siempre lo necesito.

Con habilidad inventa
los sueños que yo le pido
y ahuyenta las pesadillas…
¿por qué no duerme contigo?

Tengo un pato fuera de serie
¿por qué no duerme contigo?
porque sabe que lo quiero
¡y solo quiere dormir conmigo!

Por: Zulema Aimar Caballero
zulebm@hotmail.com

8 may 2013

Romance

Tronco de buena madera,
corteza que se hace mustia
con cada soplo de angustia
al partir la primavera.
Madera dócil y suave
que azota el sol del verano,
y es cada horqueta una mano
que firme abriga dos aves.
Que allí se nutren y crecen
afinan sus voces y cantan;
ríen, lloran, juegan, saltan
y de sol a sol aprenden.
Que llegaron una tarde,
huérfanas de amor y vientre,
buscando un árbol perenne
al que osaron llamar madre.
Y con abuso usurparon
lo que les daba mi pecho:
la savia que por derecho
exigieron y libaron.
Para el espíritu esencia,
vigor para todo el cuerpo
en otoño y en invierno
y en frías horas de ausencia.
Horas de pena y temores,
de Biblia abierta y cerrada,
de alegrías enterradas,
de rosarios y oraciones.
Horas de risa y canciones,
de tierna melancolía,
de vida realmente viva
y de eternas emociones.
Y entre ramas se transforman:
hoy son aves, mañana hojas
que el viento las tiñe rojas
y son flores que se asoman.
Y perfuman toda mi alma
con sonrisas en derroche
y al aparecer la noche
se silencian en la calma.
Y es por ellas que soy árbol
de raíces muy inquietas;
soy rama y tronco con grietas
mas sigo en pie año tras año.
Y dejo que me bendigan
lluvias, vientos y tormentas
y si la bendición es violenta
me apuntala una mano amiga.
Y soy luz, brazos y nido
dispuestos a dar calor,
a no abdicar al amor
y a no caer en olvido.
Y soy cuerpo con defectos
y soy alma con pecados
y soy la fe que ha triunfado
combatiendo fuertes vientos.
Y puedo ser sombra y piedra,
león como mariposa,
apasionada y generosa,
clavel, cactus o hiedra.
Y soy frondosa cobija
de dos frutos bien paridos
puros, del Cielo nacidos,
frutos del Cielo, mis hijas.
Y en la aridez más profunda
-y aún a mi edad madura-
mi fertilidad perdura
al saber que soy fecunda.

Por: Zulema Aimar Caballero
zulebm@hotmail.com