El Ministerio de Educación del Perú ha caído en lo que
los periodistas llamamos “pescado podrido”, al difundir las célebres palabras
del Libertador San Martín como propias de Simón Bolívar. Parece que a Don José
Francisco no solo le han atropellado sus derechos de autor, sino también ¡y
cuánto más grave! sus derechos de “actor”.
Además del sabor —no sé si amargo, pero sí extraño—
que esto deja, uno se queda pensando en algunos interrogantes: ¿qué
conocimientos se manejan en este Ministerio —irónicamente de educación— acerca
de la Historia del país? ¿Acaso se trata de otro cambio en el currículo? ¿Qué
tipo de control existe en el Ministerio, previo al lanzamiento de sus
comunicados e informaciones de distinta índole? ¿Hay un responsable de
comprobar la veracidad de lo que se comunica? ¿Qué es el control de calidad en
los organismos públicos?
Hecho poco afortunado el que les toca vivir a las más
altas autoridades de la Nación, a solo dos días de celebrar el aniversario de
su independencia. Hecho afortunado que haya ocurrido de esta manera y no en un
discurso alusivo a las fiestas patrias. Entonces, no habría chivo expiatorio.
El error se cometió. La disculpa llegó. Eso es
loable: nos equivocamos y reconocemos el error, nos avergonzamos, nos
arrepentimos de lo que hicimos y no debimos, y de lo que pudimos hacer y no
hicimos. Lo que no comparto es esa costumbre de desviar las cosas,
camuflándolas con bromas muy creativas pero poco educativas. Es algo que ocurre
con frecuencia en la sociedad: hacer las cosas mal y reírnos para que parezca
que estuvieron bien. La risa es saludable, pero no todo es chiste en la vida.
Una persona perdió su trabajo. Si separarlo de su
puesto fue una decisión justa, ¿solamente una persona debió quedar desempleada?
¿No habrá sido una medida algo apresurada y exagerada? Perdió su trabajo y
sigue ignorante, porque no recibió instrucción... ni la recibirá. ¿No viene de
antes el error? ¿No sería más justo evaluar qué tan calificados están los
candidatos a un puesto “antes” de emplearlos o contratarlos?
Particularmente, acepto con agrado las disculpas de la
ministra de Educación. Además, con la velocidad a la que hoy transcurren las
cosas, esto ya es una anécdota. Pero ¿qué quieren que les diga?... a mí me da
la sensación de que en estos últimos meses en el Ministerio de Educación la
gran preocupación por los cambios curriculares que todos conocemos y el temor a
los grupos de presión quitaron tiempo para abrir los libros de Historia.
Por Zulema Aimar Caballero