Desinformar: dar información intencionadamente
manipulada al servicio de ciertos fines.
Aprovechando el próximo censo nacional se está
difundiendo un comunicado pernicioso que, más que informar, encaja
perfectamente en la definición de ‘desinformación’.
El anuncio que está circulando insiste en que «si no
eres practicante de la Iglesia Católica, no vas a misa y estás en desacuerdo
con muchas de las opiniones del cardenal Juan Luis Cipriani, entonces no eres
católico. Por lo tanto, en este censo no le digas a tu encuestador que lo
eres».
Es realmente indignante la manera en que ciertos
grupos tratan de manipular a las personas confundiéndolas. Y es indignante y
doloroso ver cómo grupos sectarios autodenominados cristianos usan
sus aparatos propagandísticos para desacreditar a la Iglesia de Cristo, única
Iglesia que no reconoce a otro fundador más que al Mismísimo Jesucristo.
¿Y algo más doloroso? Sí. Darnos cuenta de que así
como en pleno siglo XXI la persecución religiosa que se sufre en ciertos
lugares del mundo, como por ejemplo en Siria, día tras día lleva a la muerte a
quienes confiesan su Fe, en otras latitudes solo omite el dolor físico. La
persecución psicológica es malicia, es intolerancia, es muerte de la mente y
del alma.
Católicos somos todos los bautizados, y solamente la
apostasía podría modificar esta condición. Y apostatar no es opinar diferente.
Afortunadamente, en la Iglesia Católica así como hay doctrina existe también
libertad para expresarse y para opinar. Afortunadamente, no es una secta en la
que cientos de personas son llevadas y vigiladas, contabilizadas como ovejas
sin voluntad propia, sumisas y sometidas a los delirios de una persona que se
autoerige dueña de la salvación. Nunca se escuchará a un sacerdote gritarles a
los feligreses que si no asisten a misa o no dejan su diezmo arderán en el
infierno. Ni siquiera lo oirán solicitando buenamente un diezmo.
Hay católicos practicantes y católicos no
practicantes. Hay los que pisan el templo todos los días, los que van a misa
solamente los domingos y los que comulgan una vez al año. Están los que han
confirmado su Fe y lo siguen haciendo cada día, y aquellos que viven “a la
espera”, pero con el corazón abierto y dispuesto a decir “sí” cuando llegue su
momento.
Ser católico no quita la libertad de opinar.
Sacerdotes —sea cual fuere su jerarquía—, monjas, laicos, todos podemos
expresarnos, siempre que lo hagamos sin olvidar el respeto por el otro y por la
Institución a la que debemos fidelidad. Dar nuestro punto de vista, acertar y
equivocarnos, pero sin cizañar.
Sería muy aburrida la vida si todos pensáramos igual
que los demás. Pensar diferente puede ser enriquecedor si no hay malicia o
insensatez en lo que se piensa. No se deja de ser católico por no estar de acuerdo
con determinada opinión del cardenal X, porque no me guste el lugar de
nacimiento del Papa o porque no me agrade que las monjas vistan cofia. Si los
anglicanos dejaran de serlo porque los sombreros de la reina Isabel son
ridículos, creo que la Iglesia Anglicana no tendría adeptos ni en la propia familia
real.
El próximo domingo y todos los días de tu vida cuando
alguien te pregunte cuál es tu religión, si estás bautizado en la Iglesia
Católica, no tengas miedo ni dudas de responder con certeza y con mucha alegría
que eres católico.
Zulema Aimar Caballero
zulebm@hotmail.com