Desde la ventana del bar, la observaba día tras día. A las nueve de la noche, ella cerraba las persianas del local que atendía y caminaba dos cuadras oscuras que la llevaban a la pensión en donde vivía.
Cada uno de sus movimientos despertaba mi libido. Aquel día no pude contener ese impulso animal que ni yo mismo sabía que poseía. Esperé que comenzara a caminar por la vereda y salí del bar, tras ella, paso a paso en la oscuridad. Al ver que giraba la llave para ingresar, me apuré y abalancé sobre ella. Forcejeamos un instante, mientras con mi dura mano tapaba su boca para que no gritara.
Con mi brazo aprisionándole el cuello, entramos a su habitación. Hice una mordaza con un pañuelo y até sus brazos a los barrotes de la cama. Como una fiera, arrebaté toda su ropa y me adueñé de su cuerpo, una y otra vez, sin importarme su desesperación y disfrutando cada golpe que le propinaba.
Salí del lugar diciéndole: “No me recordarás por mucho tiempo. Estás muriendo”.
Un desconocido está arrojando los últimos gramos de tierra sobre mi cuerpo y aún siento su voz como aquella noche, hace más de diez años, cuando, con su último aliento, respondió: “Nunca me olvidarás. Acabas de contraer sida”.
Por: Zulema Aimar Caballero
zulebm@hotmail.com
Por: Zulema Aimar Caballero
zulebm@hotmail.com
Guau Zule! Buenísimo el hiperbreve. Si, muy muy bueno
ResponderEliminarBuen relato para demostrar quue uno recibe segun lo que da.
ResponderEliminar"Ahhhh!!! "La venganza será terrible" suele decir Dolina. Muy bueno! Besitos!"
ResponderEliminarMe gstan mucho los cuentos super cortos que con pocas palabras lo dicen todo. Muy bueno.
ResponderEliminarExcelente síntesis narrativa.
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