que el día se acaba y la noche se acerca.
No busques comida, resiste con fuerza
la alforja vacía y la tierra desierta.
No pierdas la calma, mi burrito bueno,
recordá a quién llevo oculto en mi seno.
Si subís la vista y mirás al cielo
tu cuerpo cansado hallará consuelo.
Te quiero, burrito, noble amigo mío,
refugio
de heladas y cálido abrigo.
Ya
no falta mucho, no te quedes dormido,
dejá
que acaricie tu lomo curtido.
Orejas
atentas, pelaje marrón,
caminá
al compás de esta linda canción
que
te canta mi alma y pronuncia mi voz
con
palabras que escapan de mi corazón.
Apurate,
burrito, ya no falta tanto,
podrás
descansar a la hora del parto.
Te
prometo que el cielo para vos será un manto
y los
buenos pastores te darán frescos pastos.
Te
digo un secreto, mi burro de miel,
me
vence el cansancio y el dolor también.
Tiemblo
de frío, de hambre y de sed,
pero
no lo aflijas a mi querido José.
¿No
ves ahora la palidez de su rostro
y las
lágrimas que asoman por entre sus ojos?
La
noche ha llegado y aunque teme por nosotros
es
inmensa la fe que hace fuerte a mi esposo.
Ya
no puedo, burrito, no puedo continuar;
ha
llegado la hora, ¿quién nos ayudará?
Un
pesebre que cobije al Niño y a su Mamá,
sólo
eso pido, sólo eso y nada más.
¿Podés
oírlo, burrito?, ¿podés oírlo llorar?
Los
dolores se han ido y sólo siento paz.
Mirá
la alegría de su santo papá:
Ha
nacido nuestro Hijo para toda la humanidad.
Una
estrella nueva brilla con intensa luz,
se
ha posado en el pesebre en forma de cruz
y guía
a los peregrinos que entre matas de orozuz
Que simpleza y cuanta dulzura. Una hermosa descripción de la dimensión humana de la Sagrada Familia. Felicitaciones.
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