El Gobierno del Perú está haciendo “admirables”
esfuerzos en favor del bien común. Entre ellos, la Superintendencia de
Migraciones publica con gran alegría la noticia de “la desconcentración de los
procedimientos migratorios, en el marco de la Ley de Modernización del Estado”.
Sin embargo, parece que hasta hoy los trámites
documentarios en esta dependencia continúan siendo caóticos. Entrar en la sede
de la avenida España es como ingresar a un laberinto del terror. Unas cuantas
máquinas expendedoras de tickets son
operadas por operarios nada operativos. El personal apostado en diferentes
sectores de la oficina no sabe o no tiene permitido informar absolutamente
nada. Sólo está para decir que hay que sacar el ticket para informes. Aquellos que por fin son informados, deben
dirigirse a otra máquina, para retirar otro ticket,
en medio del amontonamiento de personas que espera hacer lo mismo, más una cantidad
de otras personas que regresan al mismo lugar, quejándose porque han sido mal
informadas.
El sector de Informes, donde para llegar hubo que
hacer fila, sacar número y esperar el turno, con suerte, informa la mitad de
las cosas, ya que cuando uno por fin accede al lugar de destino de su trámite,
le faltan formularios, o fotocopias o cualquier otro papel que nadie le dijo
que debía presentar.
Señores: modernizar el Estado no es solamente instalar
máquinas expendedoras de tickets.
Modernizar el Estado es implementar cambios con conciencia, para lo cual lo
primero es adiestrar al personal para que cumpla su función con eficacia,
respeto y buenos modales —una sonrisa amable seguramente es pedir mucho—.
Algo curioso es lo que ocurre con el pago de la tasa
de extranjería. Resulta que para “desconcentrar” se ha eliminado la colocación
del holograma en el carné, que hasta hace poco indicaba que el extranjero no
presentaba deuda. En cambio, ahora existe una constancia de pago que se
gestiona vía internet. ¿Cómo se hace? Como nada es perfecto, la modernización
no contempla hacerlo directamente, sino que la primera vez hay que ir en
persona a solicitar un número de usuario y contraseña. Esto es un defecto
superable con buena voluntad.
Pero aquí viene otra curiosidad: a los menores de edad
no se les genera ese número de usuario y contraseña. Me parece bien… son
menores de edad. ¡Pero tampoco se les da a sus padres, para que puedan hacer el
trámite “modernizado” por ellos!
Resumiendo: la tramitación de la constancia del pago
de la tasa de extranjería para los menores de edad deben realizarla sus padres,
asistiendo a la sede central de Lima (ya que es la única oficina habilitada
para este trámite); los mismos padres que, seguramente, optarán por descartar
obtener su propia constancia vía internet, ya que, de todas maneras, tendrán
que padecer en la sede de la avenida España.
¿Alguien podría explicarme, entonces, de qué
desconcentración están hablando?
Muchos sentirán el impulso de aconsejarme que si esto
no me gusta, regrese a mi país o vaya a cualquier otro. Pero esa no sería la
solución para nadie. Yo me iría y eso no cambiaría las falencias de base que
existen en las leyes, los organismos del Estado, sus estatutos particulares y
la impericia de quienes los ponen en práctica. Yo me iría y eso no cambiaría
que, desde las ocho de la mañana, lo único que se ve en Migraciones es gente
discutiendo con gente, personas de mal humor porque no pueden llevar a cabo un
trámite, empleados de mal humor que comienzan el día trabajando a desgano y una
pretensión de modernización que, entre todas sus fallas, presenta una
fundamental: sigue pasando por alto implementar cambios con sentido común.
Sigue olvidando que los trámites documentarios personales se llaman así porque
tienen que ver con personas. Sigue fomentando sentimientos de ira en empleados
y usuarios. En definitiva, sigue pasando por alto el bien común.
Por Zulema Aimar Caballero
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