Si,
además, le interesa escribir un artículo de opinión, tal vez le sirvan algunos
consejos:
1. Informarse bien. Ver, escuchar y leer sobre el tema que desea opinar
permite documentarse para que el artículo no termine siendo un texto sin
fundamento o una recopilación de lugares comunes. Por respeto a uno mismo y a
los lectores, no habría que comenzar a escribir sin los datos suficientes que
aporten herramientas para una buena argumentación. Escribir por escribir, o
escribir “de oídas” no es conveniente.
2. Considerar el mensaje y tener en cuenta al receptor. No solo es importante saber acerca de qué y cómo se quiere opinar;
también debe considerarse a qué público estará dirigido el mensaje. Al opinar
se establece una comunicación… ¿con quién? ¿Cuál es el círculo de lectores al
que llegará esa comunicación?
3. Contemplar el fin de la opinión. ¿Se
busca crear conciencia sobre algún tema? ¿Se espera una retroalimentación? ¿O
solamente ocupar un espacio o contar con cinco minutos de fama?
4. Tener criterio propio. Algunos columnistas
prefieren opinar como opina la mayoría de la gente. Van a lo seguro y, muchas
veces, incluso traicionando su propio punto de vista. Así, la gran masa de
lectores quedará satisfecha y volverá a buscar el próximo artículo del mismo
autor. Sin embargo, una opinión bien fundada y que vaya contra la corriente
suele ser muy bien recibida y aplaudida.
5. Conservar el estilo propio. En este mundo pirata, es
más cómodo copiar el estilo de opinión de otros; sin embargo, esto no es lo
mejor: los lectores no conocerán a quien leen, o creerán que están leyendo “a
otros”. Para crear un estilo propio, es importante definir: ¿me gusta un espíritu
desenfadado, uno irónico, uno serio, arrogante, razonado, optimista, pesimista,
despreocupado?
6. No casarse con la provocación.
Decidir que el estilo de opinión sea provocativo es la peor opción. Hay quienes
son maestros en la estrategia de provocar, porque así consiguen más lectores;
incluso logran que todos los medios hablen de ellos. Pero, a menudo, también
generan un caldo de cultivo propicio para todo tipo de agresión. Y el buen
lector, el lector con principios, el lector con sentido común, se cansa pronto de
la violencia mediática. Es más, como el estilo provocativo es ficticio, tarde o
temprano la opinión pública termina desenmascarando al autor de la provocación.
7. Dar buen uso a los recursos literarios. Debe
quedar claro que no es lo mismo una forma literaria simple que una pobre; y
para escribir con erudición no es necesario ser rebuscado. En el texto de
opinión, demasiadas metáforas o analogías, o el abuso de citas de otros autores
termina aburriendo al lector. Ser preciso y conciso son dos grandes virtudes
para poner en práctica en este tipo de artículos. Por eso, hay que saber
encontrar el equilibrio entre los recursos que se emplearán. Darle al lector “una
copa de buen vino” para que disfrute y pueda sacar sus conclusiones, y no de uno
que solamente le ocasione mareos.
8. Añadir una chispa de humor. Una sonrisa es saludable,
tanto para quien escribe como para quien lee. Pero una chispa no es sinónimo de
llamarada. Un toque de buen humor es, sin duda, un excelente recurso; pero
abusar de él inundando el texto con frases chistosas puede producir un efecto
devastador y contrario al que se espera. Al igual que con los otros recursos
literarios, un buen manejo y contrapeso es fundamental.
9. Leer y leerse. No escribe bien quien no lee. La lectura debe ser un
ejercicio constante, y eso se nota, igual que se ven los progresos de quien
practica un deporte. Leer una, dos o las veces que sea necesario lo que uno ha
escrito, antes de publicarlo, permite no solo encontrar errores sino también
alejarse un poco del texto para analizarlo mejor. También es buena opción
contar con una persona a quien confiar su lectura antes de enviarla a un medio.
10. Responsabilizarse y servir. No olvidar que un artículo de opinión debe llevar la firma de su autor,
que no solamente indica sus derechos sobre el mismo sino el compromiso con
aquello que pone de manifiesto. Una opinión anónima no es más que un grafiti;
no es más que tirar una piedra y esconder la mano. Por otro lado, reflexionar
acerca de la opinión que quiere publicarse. ¿Será valiosa para alguien? ¿Generará
valor para alguien o únicamente será útil a su autor? Como bien dijo Gilbert Chesterton:
«El fin de tener
una mente abierta, como el de una boca abierta, es llenarla con algo valioso».
Por Zulema Aimar Caballerozulebm@hotmail.com
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